El consumo de leche en los trabajadores, lejos de representar una ayuda
para controlar las condiciones inherentes a los procesos productivos,
influencia de agentes tóxicos o energías agresivas, se comporta como un
elemento distractor de la conducta preventiva. En el manejo adecuado de la
información se encuentra la principal estrategia de prevención.
En muchas ocasiones hemos escuchado hablar sobre el suministro de leche a
determinados trabajadores (soldadores, técnicos radiólogos, mezcladores de
químicos, etc.) como mecanismo de prevención de enfermedades o como medio para
liberar tóxicos.
La experiencia y documentos técnicos al respecto expresan que, amén de ser un
mito, no se ve como un problema el administrar la leche a los trabajadores,
asunto que los alienta a considerarlo como cierto.
En efecto, desde el punto de vista fisiológico, la leche no acarreará a los
trabajadores mayores problemas que los derivados de su propia tolerancia al
producto (la cual no suele ser buena, causando desajustes digestivos) dado que:
a.- En adultos la tolerancia es reducida ante la limitada producción de LACTASA
(Enzima que cataliza la hidrólisis del disacárido lactosa a glucosa y
galactosa), por lo cual no se sintetiza adecuadamente la LACTOSA (Azúcar
disacárido que contiene la leche), lo cual es conocido como Deficiencia de
disacaridasas, déficit de lactasa o intolerancia a la leche (Recordemos que el
hombre es el único animal que consume leche en estado adulto).
b.- El consumo de leche con fines alimenticios es de reducida efectividad en adultos, pues el principal constituyente (calcio) no se fija adecuadamente en adultos, siendo requerido su consumo en conjunto con Vitamina D.
c.- Lejos de aportar beneficios en lo relacionado con la reducción de la
Osteoporosis, puede resulta en problemas de calcificación y aparición de
cálculos cálcicos.
Sin embargo, asumiendo que dichos problemas pudieran ser controlados
metabólicamente, aun persiste un aspecto psicosocial. El pensar que “Tomar
leche me protege de los efectos de los tóxicos” no es un problema en sí mismo
(Las creencias no son perjudiciales); el problema estriba en las conductas
generadas por dichas creencias, que es el caso de “Como yo tomo leche, los
tóxicos no me causan daño”, haciendo que el trabajador se sienta invulnerable a
los mismos y propendiendo a una sobreexposición innecesaria y perjudicial.
Dado lo anteriormente expuesto, siempre es preferible atacar el mito para no
tener que luchar contra las actitudes. Esto último sería tan inútil como
recetar pañuelos a quien sufre un resfriado; atacaríamos las consecuencias y no
la causas.
Un problema similar ocurre con las bebidas que suplen sales ante su pérdida por
actividad física elevada. Ellos son un complejo de sales disueltas en un
concentrado líquido. En el común de los casos podría ser algo beneficioso; sin
embargo, en caso de trabajadores hipertensos, el consumo de estas sales
propende a una acumulación de líquido en el organismo, lo cual opera como un
detonante para el alza de la tensión arterial, significando un detrimento a las
condiciones de salud del trabajador con estrés calórico. Adicionalmente, estos
productos generan un aumento en la producción de serotonina, lo cual implica la
posible generación de efectos alergógenos, al tiempo que desarrollan una
hiperactividad en la producción de jugos gástricos, induciendo patologías como
la gastritis.
En resumen, debe controlarse en lo posible la recurrencia de los errores del pasado, atacando los viejos problemas con soluciones novedosas y mejor documentación. Nada sustituye el control de la exposición a los agentes y procesos de mejora dentro de las condiciones operacionales.
Comentarios
Publicar un comentario